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Caminante de paz: Xiomara Bedoya

Foto del escritor: Caminando hacia la PazCaminando hacia la Paz

Tejiendo esperanza en los caminos de la memoria y la dignidad


Xiomara Guadalupe Bedoya Mendoza es una mujer profundamente comprometida con la memoria, la justicia y la verdad en Guatemala, un testimonio vivo de resiliencia, compasión y esperanza inquebrantable. Sus pasos, marcados por la búsqueda de justicia y dignidad, trazan un sendero de sanación que va más allá de la recuperación personal, para convertirse en un abrazo colectivo que sana heridas ancestrales.


Raíces de compromiso

Xiomara hace parte de una familia de cuatro hermanos, siendo la única mujer y la más pequeña. Sus padres, casados por más de 50 años, le inculcaron valores de solidaridad y amor. "Mis papás estuvieron casados más de 50 años. Mi papá falleció hace tres años. Soy la más pequeña y la única mujer de cuatro hermanos. Mis tres hermanos están casados. Uno falleció en 2024, mi hermano menor," recuerda Xiomara con nostalgia.


“Tengo tres hijos, el primero tiene 34 años, el segundo 30 y el tercero 23. Mi hijo mayor tiene una niña de 11 años, entonces también soy abuela”.


“Cuento con la fortuna de integrar una familia unida. Yo amo a mis hermanos, somos muy solidarios. Me siento muy cuidada y acompañada por ellos, también muy apoyada por mis padres. Mi relación con mis hijos es muy positiva, nos tratamos con mucho amor”, expresa Xiomara con gratitud y amor.


Xiomara recuerda sus primeros frutos profesionales. “Soy maestra, es mi primera carrera”, señala con orgullo. Durante cuatro años, trabajó en la educación primaria, conectando con los niños y los jóvenes que más necesitaban su apoyo. Después de graduarse como Maestra de Educación Primaria, decidió estudiar psicología, para profundizar en la comprensión de las heridas del alma y encontrar formas de sanarlas.


Ya en el ejercicio como psicóloga, se le presentó la oportunidad de unirse al Grupo de Apoyo Mutuo, una organización que nació de la iniciativa de un colectivo de mujeres en busca de sus familiares desaparecidos durante el conflicto armado Interno en Guatemala. Xiomara trabajó allí durante nueve años, primero como secretaria, y poco a poco, su pasión y dedicación la llevaron a convertirse en una pieza fundamental de la organización.


“Mi paso por el Grupo de Apoyo Mutuo marcó un antes y un después de mi ejercicio profesional y de mi apuesta de vida. En Guatemala hay un movimiento social muy fuerte por el tema de la búsqueda de los desaparecidos, ligado al tema de los derechos humanos y por el acompañamiento a las mujeres y a las personas que están en esa tarea tan fuerte, tan dura, de buscar y de encontrar a sus seres desaparecidos. Este camino de nueve años, las vivencias y los aprendizajes, influyó en el resto de mi apuesta personal y profesional”.


“Cuando estudiaba psicología, pensaba que sabía lo que era el dolor, pero no podía imaginar el impacto que tenía en las personas que lo vivían. El simple acto de escuchar, de permitir que alguien expresara sus heridas, era un acto de humanidad”, señala Xiomara a propósito de los aprendizajes que le dejó este proceso. “Escuchar a personas que habían vivido la desaparición de sus seres queridos, la masacre, la detención, fue un caminar por el dolor y la tristeza, pero también un encuentro con la compasión y la empatía”. Y es precisamente ese proceso lo que le hace amar su trabajo, especialmente el acompañamiento a las mujeres, quienes ocupan un lugar especial en su corazón.


El impacto de las exhumaciones

El acompañamiento psicosocial durante las exhumaciones e inhumaciones de restos humanos fue una parte fundamental del trabajo de Xiomara en el Grupo de Apoyo Mutuo. Este proceso permite a las familias encontrar a sus seres queridos desaparecidos, comprender y dignificar la memoria, lo que contribuye a cerrar un ciclo de dolor. 


Según datos de la Fundación de Antropología Forense de Guatemala (FAFG), desde 1997 se han exhumado más de 8.000 cuerpos en todo el país, lo que ha permitido identificar a más de 3.500 personas desaparecidas durante el conflicto armado (FAFG, 2023). "Cuando se realizaban las exhumaciones, era un choque emocional para familiares y personas de la comunidad, porque obviamente estábamos entregando restos humanos en huesos y eso generaba un impacto muy fuerte en los presentes", explica Xiomara.


El proceso de exhumación requiere una preparación y un acompañamiento psicosocial de compromiso. La Comisión para el Esclarecimiento Histórico (CEH) ha documentado que más de 200.000 personas fueron víctimas de ejecuciones extrajudiciales y desapariciones forzadas durante el conflicto armado en Guatemala (CEH, 1999). "Eso implicaba un trabajo y una preparación muy fuerte para explicarle a las personas en qué consistía una exhumación y cómo podían afrontar el recibir a sus seres queridos en otras condiciones físicas; para ello nos apoyamos con fotografías para ilustrar los pasos de una exhumación", siempre en coordinación en con el equipo responsable de la FAFG, detalla Xiomara.



La influencia de la Iglesia y de monseñor Gerardi

El 24 abril 1998, Xiomara tuvo la oportunidad de asistir a la presentación del informe "Guatemala: Nunca Más" , liderado por monseñor Juan Gerardi y un equipo pastoral, articulado en el Proyecto REMHI, que recoge el esfuerzo de la Iglesia guatemalteca para documentar la verdad sobre el conflicto armado, rompiendo el silencio y rescatando la memoria de las víctimas. El informe revela el dolor de la guerra, llama a la reconciliación y a contribuir a la construcción de una sociedad más justa, basándose en valores éticos y en el compromiso con la dignidad humana. Este informe fue un hito en la recuperación de la memoria histórica de Guatemala, documentando las atrocidades cometidas durante el conflicto armado. El país sufrió más de 36 años de guerra, que dejaron más de 40.000 personas desaparecidas, masacres en comunidades y una estela de dolor muy profunda.


La presentación del informe fue un momento crucial, pero también trágico. "A los dos días de la presentación, matan a monseñor Gerardi; sin embargo, la Iglesia siguió comprometida con el acompañamiento a las personas y con el compromiso con la memoria, la verdad y la justicia", afirma Xiomara.


La Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG)

Tras nueve años de dedicación en los Grupos de Apoyo Mutuo, Xiomara se vio obligada a dejar la institución por motivos de salud. Durante el año siguiente, mientras buscaba nuevas oportunidades, la Oficina de Derechos Humanos del Arzobispado de Guatemala (ODHAG) le abrió las puertas a Xiomara para ser parte del equipo de psicólogos que atienden procesos de inhumación, así como en otros proceso de acompañamiento psicosocial que se fueron generando con el transcurrir del tiempo (grupos de Promotoras Voluntarias Comunitarias de Salud Mental, atención y transformación de conflictos sociales, atención de casos a nivel individual, acompañamiento psicosocial a personas criminalizadas por la defensa de los derechos humanos y del territorio, y a líderes comunitarios).  


"La ODHAG tiene dos áreas: el Área de Cultura de Paz que trabaja todo lo relacionado con educación y memoria histórica, y el Área de Defensa de la Dignidad Humana, que es donde yo estoy y desde donde atendemos y acompañamos todos los casos, directamente, con personas que están afectadas por la violencia", detalla Xiomara y agrega: “es un trabajo muy comprometido y sentido el que hacemos porque, desde esta área, se busca promover la dignidad y los derechos de las víctimas de violaciones de derechos humanos mediante un acompañamiento multidisciplinario integral, que incluye aspectos jurídicos, psicosociales y humanitarios. Gran parte de nuestro trabajo se centra en la búsqueda de verdad, justicia y reparación, acompañando procesos de sanación individual y comunitaria, con el objetivo final de restablecer derechos y construir una sociedad más fraterna y solidaria. Acá, desde hace 17 años, la vida me puso, de nuevo, en un lugar donde puedo crecer como persona y como profesional, me siento feliz, bendecida y comprometida”.


Durante la pandemia del COVID-19, Xiomara recibió formación en la metodología GAM ¡Mujer, no estás sola!, que busca la creación de Grupos de Apoyo de Mujeres (GAM) mediante una ruta de formación que se convierte en un camino de sanación para que ellas mismas emprendan un proceso personal de transformación.

Esta metodología se ha convertido, también, en una herramienta fundamental para el trabajo de Xiomara, y le ha permitido acompañar a mujeres en procesos de sanación y empoderamiento. "Es emocionante verlo y vivirlo. Yo, al inicio, les parezco a ellas una extraña, y después me cuentan más de cerca sus historias, me abren su corazón, me comparten sus sueños y sus logros, entonces lograr ver esos cambios ha sido de mucha satisfacción", reflexiona.


Xiomara ha implementado la metodología GAM en varios grupos de mujeres en diferentes municipios de Guatemala: "El primer grupo lo conformaron 15 al inicio, luego se quedaron 12 y todas ellas sufrían violencia”.


El proceso de implementación no ha sido fácil, pero los resultados han sido transformadores. "Con el primer grupo, en 2022, me costó un poco. El reto era lograr el interés de ellas en estos procesos y la comprensión de la importancia y sanación emocional. En los grupos hay mujeres que toman nota de los puntos que para ellas son importantes, otras tienen limitación para escribir; entonces lo ideal es buscar imágenes y adaptarlas según el contexto, y poder facilitar la metodología para hacer las presentaciones", explica Xiomara.


Actualmente, la metodología GAM ha llegado, de la mano de Xiomara, a 90 mujeres de municipios y comunidades muy diversas como Chinautla, Alta Verapaz, El Progreso, Sacatepéquez y en la Ciudad de Guatemala.


La sororidad y el empoderamiento

Para las participantes, la metodología GAM ha permitido fomentar la comunicación, generar confianza porque pueden expresarse sin ser juzgadas, generar espacios de escucha activa, promover los valores, el respeto y la empatía con otras mujeres. En los últimos años, Xiomara ha concentrado su trabajo en el empoderamiento de mujeres a través de los grupos GAM. Su labor va más allá de un simple acompañamiento; se trata de un proceso de sanación y reconocimiento.


Una profunda filosofía de sororidad guía el trabajo de Xiomara y el horizonte del proceso, tal como ella señala: "Nuestra intención es que se lleven todo lo aprendido, pero que no se quede en ellas, es para la amiga, para la mamá, para la vecina, para la hija… para todas".


El empoderamiento de las mujeres es un proceso continuo y transformador. "Incluso cuando terminamos el proceso, las mujeres siguen. Hay mujeres que siguen y que multiplican todo lo que ya vieron. Tenemos muchos casos de mujeres que ya procuran espacios para apoyar a otras, eso ya es muy satisfactorio porque da cuenta de una acción sorora de transformación", explica Xiomara.


Lo recorrido y las sendas por caminar

Xiomara agradece a la vida por haberla llevado a estos espacios de trabajo y de crecimiento personal, pero siente que aún queda mucho por hacer. “Doy gracias a la vida que me trajo a estos espacios, muy duros, la mayoría de las veces, muy duros… pero también de vivencias que me marcaron”, expresa con gratitud.


Recapitula algunos de los momentos que más lleva en el corazón de todo su camino, como los reencuentros de padres con niños desaparecidos, los reencuentros de familias enteras y “los reencuentros de los que sobrevivieron con los que fueron desaparecidos, eso también llena de satisfacción porque es ayudar a sanar heridas”.  


En la balanza de lo personal, ahora también ocupa un gran espacio todo el trabajo y las vivencias con las mujeres GAM porque, como ella misma lo dice, “trabajar con grupos de mujeres que encontraron sus propias fuentes de poder personal, es todo un motivo de esperanza y me renueva en mi compromiso por dejarle a esas mujeres, a sus familias, a sus comunidades y al país, una senda de equidad donde los sueños de todas y de todos, caben y son valorados”. 


 

Textos: Carlos Henao - FICOPAZ

Fotografías: ODHAG

2025

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